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noviembre 24, 2024

FM SOL SALTA

Emisora de radio – Diario Digital

Hoy se cumplen 41 años de la muerte de Manuel J. Castilla : El gran poeta del norte Argentino

El señor Manuel José Castilla (Cerrillos, 14 de agosto de 1918 – Salta, 19 de julio de 1980) fue un poeta, letrista, escritor y periodista argentino. Escribió la letra de muchas obras musicalizadas por su inseparable amigo, Gustavo “El Cuchi” Leguizamón que constituyen hoy clásicos argentinos y del folclore de Nuestra América pero que en su momento contribuyeron a la renovación del folclore argentino.

Fue una figura imprescindible del cancionero folklórico, autor de clásicos como «La pomeña» y «Balderrama». Sus muchos libros de poesía dieron cuenta de su sensibilidad social y capacidad de observación.

Hoy se cumplen 41 años de la muerte de Manuel José Castilla. Tenía entonces sesenta y un años, porque había nacido el 14 de agosto de 1918 en la casa ferroviaria de la estación de Cerrillos, ciudad distante apenas quince kilómetros al sur de Salta Capital, donde su padre oficiaba de ferroviario. En esos bellos suburbios a cielo abierto, rodeado de vagones y locomotoras, que marcarían su vida hasta el final.

?Me dejo estar sobre la tierra porque soy el gozante.
El que bajo las nubes se queda silencioso.
Pienso: si alguno me tocara las manos
se iría enloquecido de eternidad,
húmedo de astros lilas, relucientes.
Estoy solo de espaldas transformándome.
En este mismo instante un saurio me envejece y soy
leña
y miro por los ojos de las alas de las mariposas
un ocaso vinoso y transparente.
En mis ojos cobijo todo el ramaje vivo del quebracho.
De mi nacen los gérmenes de todas las semillas y los riego con rocío.
Sé que en este momento, dentro de mí,
nace el viento como un enardecido río de uñas y de
agua.
Dentro del monte yazgo preñado de quietudes furiosas.
A veces un lapacho me corona con flores blancas
y me bebo esa leche como si fuera el niño más viejo
de la tierra.
De cara al infinito
siento que pone huevos sobre mi pecho el tiempo.
Si se me antoja, digo, si esperase un momento,
puedo dejar que encima de mis ingles
amamante la luna sus colmillos pequeños.
Zorros la cola como cortaderas,
gualacates rocosos,
corzuelas con sus ángeles temblando a su costado,
garzas meditabundas
yararás despielándose,
acatancas rodando la bosta de su mundo,
todo eso está en mis ojos que ven mi propia triste
nada y mi alegría.
Después, si ya estoy muerto,
échenme arena y agua.